viernes, 8 de agosto de 2014

Malinalco (presentación)

Entre otras muchas cosas Malinalco es verde. Desde su sitio arqueológico se disfruta la vista del pequeño valle donde transcurre. Conocer este pueblo, fue idea de Irene, mi compañera ecuatoriana, que está en su etapa de visitar lugares cercanos al D.F. Debo confesar que el asunto de los Pueblos Mágicos me generaba bastante desconfianza, pero si hoy me preguntas, confieso que la magia, tiene un espacio en Malinalco.

Esta es una vista desde el sitio arqueológico, que confirma el color general, la primera impresión que se tiene, al llegar. Sin embargo, puede ser una descripción relativa, ya que estamos en agosto, plena temporada de lluvias. Llovió anoche mismo, torrencialmente, en una escala pareja de menos a más y luego otra vez a menos, hasta que las últimas gotas terminaron a la mañana. Desperté con la lluvia y volví a dormirme arrullada por ella. 
Cualquier página de internet puede contar las ventajas turísticas de este lugar, no quiero escribir sobre turismo. Después de algunas experiencias, pensar en vacacionar en el Estado de México, no me atraía demasiado. Pero todos mis prejuicios se fueron cayendo, uno a uno, en cada encuentro, en cada vivencia. Desde mi primer contacto telefónico con el encargado del hotel, que me indicó como llegar en transporte público, hasta el taxista que nos llevó de vuelta a Chalma para regresar, cada persona, fue una persona de confianza. 
Juvencio es el dueño de un triciclo que podría llamarse el "Malintour". Mucho más vital que un taxi, más rápido que andar a pie cuando sólo se tiene sólo un día para conocer los misterios que se anuncian, la moto y su carrito adosado, fue una aventura divertida e irrepetible. Don Juvencio resultó ser un conocedor y un amante de las riquezas de su pueblo, y nos adentró en ellos como quien va corriendo las páginas de un libro de cuentos. Experto en su oficio, no nos dio de más ni de menos, y nos dejó ese saborcito a poco, esas ganas de más, que hacen no sólo  a un buen operador turístico, sino al amigo que se conoce y se quiere volver a ver.
Los lugares donde comimos, la fiesta del pueblo  a la que tuvimos la puntería de llegar, las historias, el mercado nuevo y el viejo tianguis que ilustran el espíritu de la gente y la inoperancia de las autoridades, don Macario, el artista huichol, los usos y costumbres de la muerte... me darán tema para recordar y contar, hasta que pueda otra vez, tener la suerte de armar mi mochila y salir de viaje.

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